La Real Academia Española, nos indica que la palabra “informal” tiene como uno de sus sentidos aquello “que no guarda las formas y reglas prevenidas”. Si a ella le incorporamos el vocablo “crédito”, creamos una mixtura que no todos identifican o comprenden. No obstante, es un tema que no sólo afecta a lo local, sino que también al resto de países latinoamericanos, y que para hacer una idea, basta buscar en Internet por ejemplo la frase “crédito gota a gota”.

¿Por qué la inquietud? Pues a raíz de los resultados obtenidos de la última encuesta de Alfabetización Financiera que desarrollaron la Universidad de Chile y la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras, se evidencia una evolución al crecimiento del crédito informal,  avanzando de un 8,1% (2015) al 14,3% (2017); es decir, casi se duplica. En estos números hay elementos de interés que surgen, ya que en informe publicado en febrero  de 2018 se señala que su uso se está asentando en sectores vulnerables, en tanto que en el reporte presente, se resalta particularmente al segmento juvenil. En general, debemos comprender que este “crédito” involucra condiciones “algo abusivas”, ya sea en la forma de pago,  el costo involucrado,  las reglas “difusas”, inexistentes o complejas de fiscalizar, y que sumados a la necesidad y/o la vulnerabilidad de los solicitantes es caldo de cultivo para que prolifere.

Al tratar de descubrir las razones que llevan a recurrir a esta instancia, probablemente encontremos como barreras de acceso al crédito formal: a) los deficientes antecedentes comerciales; b) los ingresos líquidos mínimos exigidos; c) los requisitos complementarios de acceso al crédito; d) el valor del crédito requerido fuera del mínimo a otorgar; e) la urgencia en la respuesta a la aprobación y disposición del crédito; f) el desconocimiento de otras alternativas e instancias de financiamiento; y g) la deficitaria o nula educación financiera.

La preocupación no solo debe ser de un sector, sino que debe sumar a otros, por ejemplo, educación, así como también instancias gubernamentales, que reflexionen y respondan al problema – en lo normativo , procedimental y/o formacional – asumiendo la relevancia de  salvaguardar a los sectores vulnerables, pues hoy, esta realidad latente contrasta con las miradas positivas e indicadores país de inclusión financiera y bancarización, ya que su uso no sólo involucra riesgos financieros y sociales a los eventuales usuarios, sino también a sus familias. De ahí, el grito de auxilio por mecanismos de financiamiento apropiados, que mejoren el esfuerzo que realiza, por ejemplo, la Dirección General de Crédito Prendario.

Mauricio Andrés Burgos Navarrete
Master y Doctorando en Finanzas
Director de la carrera de Auditoria e Ingeniería en Control de Gestión
Facultad de Administración y Negocios
Universidad Autónoma de Chile (Sede Temuco)

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